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Elena tenía un hermano. Sus padres eran bastante modernos y así los habían educado. No obstante, habían comunicado a cada uno de sus hijos el rol de género que desempañarían en la sociedad.
Muy pronto Elena comprendió las restricciones de ser una mujer: las salidas nocturnas, los viajes… Más tarde se planteó la cuestión de qué estudios hacer y fueron las carreras femeninas lo que sus padres le aconsejaron, los coches pequeños y femeninos, aceptar los "defectos" de los hombres, los kilos de los embarazos…

Elena, como muchas mujeres, estudió. Luego llegó a tener un trabajo importante.
Cuando llegó la hora de casarse, Elena no lo hizo, cuando tenía que tener hijos, lo pospuso para avanzar en su carrera profesional. 

Ante tal situación de "inestabilidad"  sus padres priorizaron las relaciones con su hermano que se había casado y tenido hijos en la edad que se considera conveniente. A la familia, la carrera profesional le parecía importante pero no tanto como para aceptar de buen grado la vida de su hija.
Así es que Elena poco a poco vio que no podía compartir con sus padres las dichosas comidas navideñas, su hermano tenía el monopolio de la Navidad. Sus reiteradas peticiones no cambiaban nada al statu quo. Con los años asumió que no podía comer con ellos en Navidad. Asumió también que las decisiones familiares las tomaban con su hermano y no con ella, y que la mayoría de las veces iban en una dirección totalmente opuesta a lo que ella sugería. Evidentemente esto la separó un poco de ellos, pero no se enemistó, ni la volvió agresiva... fue como una liberación. Sus familiares, sin embargo, la llenaban sistemáticamante de reproches velados y no tan velados.

Las mujeres o bien se pliegan a la tradición: casarse a la edad que toca, cuidar de sus padres, asumir las restricciones femeninas, acatar las decisiones que se toman en la familia por los hombres o acaban siendo primero tildadas de arrogantes y luego con el tiempo son expulsadas de la familia, por haberse preocupado por sus carreras, por haber antepuesto la profesión a casarse y tener hijos… pero sobre todo a cuidadr de sus padres.
En muchas ocasiones el éxito profesional de las mujeres está mal visto, se las culpabiliza y se las considera malas hijas.

¿Qué podemos hacer?

En primer lugar hay que comprender que sentimos culpabilidad y en segundo lugar salir de ella con habilidad ¿Dónde está escrito lo que cada uno tiene que hacer? No está escrito en ninguna parte. La vida se crea, se organiza y hay muchas maneras imaginativas de cuidar de los mayores sin sacrificios extremos.

es urgente que las mujeres entiendan que susu proyectos son legítimos y que son ellas las responsables de los mismos y de sacarlos adelante.

Muchas veces en las familias la apreciación del miembro de la familia que lucha por conseguir lo que quiere es muy negativa y éste recibe duras críticas. Esta situación es paradigmática cuando se trata de mujeres. No podemos olvidar que pese a las políticas de igualdad de oportunidades y al avance real de la posición de la mujer en nuestra sociedad, en las familias, según el Instituto Nacional de Estadística, las personas mayores están atendidas mayoritariamente por hijas cuidadoras y sólo en un 6% de los casos, los cuidadores son los hijos varones. También son las mujeres las que sacrifican trabajos y profesiones por cuidar a los niños.

Elena comprendió la situación, asumió su vida, sus circunstancias y asumió las ventajas y los inconvenientes. La habilidad que proporciona tener clara la situación le permitió campear las relaciones con su familia y mantener su vida tal y como la había organizado.

¿Quién debía tener el control de su vida sino ella misma?


En muchas ocasiones la mirada exterior del coaching es necesaria para salir de esta encrucijada, desterrar la creencia que nos inculca la culpa y asumir nuestro proyecto de vida con responsabilidad. Es el trabajo que realizó Elena, un aprendizaje necesario para ella misma pero que también nuestra cultura occidental debe plantearse para obtener mayores beneficios y dejar de desaprovechar el potencial de estas mujeres y cesar de incurrir en unos costes sustanciales sociales y económico
s.

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La persistencia de los patrones familiares en las familias modernas
Coaching para mujeres