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Margarita se encontraba en un dilema. Estaba trabajando en una actividad que le había apasionado. Durante muchos años se había formado y volcado en su trabajo. Había llegado a la máxima jerarquía profesional. Estaba "muy bien situada".

El problema que tenía era que estaba aburrida y desmotivada. La razón de esta falta de motivación era que la
falta de reconocimiento y que una vez alcanzada la cima profesional, no había experimentado muchos cambios en su estatus real. Así que concluyó que trabajar duro no había sido suficiente para obtener reconocimiento en el trabajo. El trabajo, el interés por la carrera profesional, la ambición, no eran para ella proporcionales al éxito que estaba obteniendo. Era otra cosa.

Analizó 
la situación.

-En su trabajo los hombres alcanzaban los máximos puestos de responsabilidad y las mujeres, en general, se quedaban en los puestos bajos e intermedios. Así que un primer elemento que encontró era que
estaba en franca minoría, sus pares eran mayoritariamente hombres y se entendían bien entre ellos.
-Por otra parte, era consciente de que había tenido la voluntad de hacerse visible, de no sentirse una intrusa en su mundo profesional, no caer en el autosabotaje con sus propias palabras y hechos… Margarita
era ambiciosa, le gustaba trabajar y tenía energía para hacerlo.  A cambio de todo esto solo recibía actitudes de hostilidad y agresión. Era el rechazo que las mujeres profesionales que "llegan lejos" reciben a cambio de "haberse metido donde no las llaman".
-También estaba cansada de su trabajo, se sentía estancada y esto era debido a que no la dejaban actuar, cada vez que quería hacer algo,
tomar una iniciativa, obtenía negativas y desaires y era tachada de ambiciosa.

Con todas estas claves inició un proceso de 
coaching para tener una mirada exterior y analizar qué hacer con los problemas que se le planteaban. En poco tiempo se situó en otro plano. Se distanció de su trabajo, rebajó las expectativas que durante años había depositado en él e inició otra actividad donde pudo poner su energía, sus habilidades, sus competencias.

Con el coaching descubrió con facilidad sus intereses, definió un plan de acción y se creó un nuevo target donde expresar su personalidad y sus inquietudes.

¿Qué le aportó el coaching?

Proactividad, que es capacidad para tomar iniciativas, asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan; decidir en cada momento lo que quería hacer y cómo lo iba a hacer.
Esencialmente la capacidad subordinar los impulsos a los valores. Esto le permitió renovar y  mejorar mucho sus
relaciones personales. Por primera vez no tenía miedo de estropearlas. 

En lugar de ir a la zaga de las circunstancias y centrar su esfuerzo en el mal ambiente, en los defectos de otras personas y en las circunstancias sobre las que no tenía ningún control, eligió con libertad sus propias acciones.

-se trazó un plan
-lo puso en marcha
-utilizó en eso su energía

Gracias al coaching pudo:  
-liderar su vida tomando decisiones
-generar acciones estratégicas
-utilizar la tenacidad y la determinación.

El logro de sus objetivos tuvo un efecto multiplicador:
-empezó a gestiónar sus emociones
-tenía una mayor confianza en sí misma y mayor autoestima
-asumía con gusto los retos, tomaba más y mejores iniciativas y emprendía la acción
-encontró un enfoque positivo del cambio y la incertidumbre
-sabía que los problemas podiían transformarse en oportunidades
-pensaba a largo plazo y sabía ser más perseverante
-encontraba un gusto en el trabajo estratégico porque le llevaba a los resultados que deseaba


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coachingparamujeres 2007
Coaching para mujeres personal y profesional