Los niños y las niñas siguen los pasos de los estereotipos. Según un estudio de la Fundación Adeco, los niños prefieren para cuando sean mayores profesiones relacionadas con la notoriedad y el prestigio. Como todos los años cuando se realizan este tipo de encuestas, los niños se ven futbolistas en primer lugar. Las niñas siguen proyectándose como personas que ayudarán a los demás: profesoras, doctoras y veterinarias. Solo en último lugar, las niñas se imaginan de profesión ingenieras, mientras que para los niños ser ingenieros es una de las profesiones más deseadas, ocupa el tercer lugar.
Es sintomático que los roles sigan jugando un papel preponderante en nuestras generaciones jóvenes ya que el corte generacional existe y mucho. Una brecha que se sitúa en lo que ellas y ellos no querrán ser: lo que son sus padres. Esta manera de ver las cosas nos lleva a cuestionarnos sobre la duración de los estereotipos en la sociedad occidental y a preguntarnos hasta cuándo persistirán.
Ya hemos visto cómo la transformación y la modernización de los últimos 30 años nos ha llevado a tener más conciencia social, a ser más responsables en la cooperación al desarrollo, a ser reivindicativos en el tratamiento de los residuos pero la terquedad de la discriminación por sexo es tan fuerte y tan transversal que ningún cambio generacional puede con ella.
A pesar de los grandes cambios y de lo avanzado de muchos ámbitos, la mujer sigue siendo educada para ocuparse de manera abnegada de los demás. Es nuestra responsabilidad que los patrones empiecen a cambiar y que seamos capaces de dar a las niñas la libertad de movimiento que se merecen, de permitirles que tengan ambición y éxito.
Es sintomático que los roles sigan jugando un papel preponderante en nuestras generaciones jóvenes ya que el corte generacional existe y mucho. Una brecha que se sitúa en lo que ellas y ellos no querrán ser: lo que son sus padres. Esta manera de ver las cosas nos lleva a cuestionarnos sobre la duración de los estereotipos en la sociedad occidental y a preguntarnos hasta cuándo persistirán.
Ya hemos visto cómo la transformación y la modernización de los últimos 30 años nos ha llevado a tener más conciencia social, a ser más responsables en la cooperación al desarrollo, a ser reivindicativos en el tratamiento de los residuos pero la terquedad de la discriminación por sexo es tan fuerte y tan transversal que ningún cambio generacional puede con ella.
A pesar de los grandes cambios y de lo avanzado de muchos ámbitos, la mujer sigue siendo educada para ocuparse de manera abnegada de los demás. Es nuestra responsabilidad que los patrones empiecen a cambiar y que seamos capaces de dar a las niñas la libertad de movimiento que se merecen, de permitirles que tengan ambición y éxito.