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María llegó a trabajar a una empresa en donde negoció su sueldo inicial tenazmente y mejoró la propuesta de su jefe. Era licenciada en economía y estaba bien preparada. Tenía experiencia y confianza en ella misma. La negociación fue bien y María empezó a trabajar.

Era una persona comunicativa y que se notaba su presencia allí donde se encontraba.
Sabía tomar la iniciativa y solucionar los imprevistos. Era, en resumidas cuentas, una buena profesional.

Estaba casada y tenía hijos y lo que nunca le impidió viajar y hacer su trabajo.
Pero todo ello no fue suficiente para conservar su puesto. La disponibilidad de María, su desenvoltura no tardaron en desagradar a su jefe, hasta el punto de hacer mohines de desaprobación, sinónimos de "ella lleva los pantalones en su casa", es una ambiciosa ¿Por quién se toma?  y otras frases que ni más ni menos significaban: no se adapta bien al estereotipo.

El desenlace fue un despido al acabar el primer contrato. En su lugar contrataron a una persona más maleable, con menos experiencia, con menos ambiciones. Más adaptada a la imagen de mujer que tienen ciertos hombres situados en puestos de responsabilidad. Una mujer a la imagen y semejanza de la que ellos mismos han elegido como pareja, en muchas ocasiones, después de haberse divorciado varias veces de mujeres con demasiadas ambiciones personales.

María se había encontrado en su trabajo con un hombre que sabía tomar la iniciativa y usar la disponibilidad y por ello, era recompensado. Ella tenía esas mismas competencias y, por ello, fue apartada.

Su jefe había desistido de compartir su vida con mujeres de su edad y su nueva pareja mucho más joven admiraba su experiencia. Esa relación desequilibrada y paternalista  era la que él reproducía en el trabajo.

Muchas mujeres nos hemos encontrado en esas situaciones y hemos tenido que decidir qué camino tomar ¿continuar o dimitir? Las dos soluciones tienen muchos costes. Pueden sumirte en la depresión o llevarte al victimismo. Una buena solución es trazarse un plan y actuar estratégicamente. Es posible trazarse un plan para continuar en la empresa o, como hacen muchas mujeres, emprender una aventura empresarial en solitario.

María se tuvo que ir y hoy es una funcionaria de alto nivel. Lo ha logrado gracias a sus conocimientos, a su formación, a su experiencia pero también gracias a su determinación y a su tenacidad para llevar a cabo su proyecto.
  
La mujer negociadora
coachingparamujeres 2007
Negociación